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COLOMBIA Y EL URGENTE TRÁNSITO POR CAMINOS DE IDENTIDAD NACIONAL Y DE RESILIENCIA ECONÓMICA Y FISCAL


Nuestro país viene trasegando estructuralmente por un grave y perturbador problema cultural, en diversas áreas del saber político y administrativo, que impactan directamente por vía de la confusión y el caos ideológico, nuestra cada vez más débil identidad y madurez de Nación. Es por ello, que es realmente vital que quien salga favorecido con el voto popular para administrar lo público en los próximos 4 años, se comprometa a iniciar un serio y decidido camino en la búsqueda de la adopción y ejecución de senderos resilientes en los campos hacendístico, económico y fiscal.

Ahora bien, la resiliencia es la capacidad que tienen algunos seres humanos de adaptarse positivamente a situaciones adversas o grandes cambios. Así mismo, son personas resilientes aquellas que superan la crisis. Si aplicáramos lo anterior a nuestro país, encontraríamos que estamos muy lejos de mostrar comportamientos resilientes, puesto que existen dificultades estructurales que hacen aparición en el escenario económico, tales como: el déficit fiscal estructural, el déficit pensional y la baja productividad de los sectores agrícola e industrial. Igualmente, también se observa que en la adaptación a los grandes cambios de tipo coyuntural, tampoco se muestran señales de resiliencia, principalmente por problemas de ineficiencia y corrupción en sectores neurálgicos tales como educación, salud, infraestructura y el sistema general de regalías, entre otros.

Así las cosas, y de acuerdo con los estructurales y coyunturales hechos sociales, económicos, políticos, geopolíticos y culturales, Colombia requiere transitar por senderos de firme resiliencia económica y fiscal, bajo la sombrilla de la identidad y unidad nacional. Por tanto, no necesitamos de la absurda polarización que se observa en diversos sectores que promulgan expresiones que nada aportan como la de los amigos y enemigos de la paz, las alusiones a ricos y pobres, izquierda y derecha, público y privado, etc.

Para lograr que Colombia transite por caminos de resiliencia, se requiere de un fuerte y real compromiso con el cambio estructural por parte del próximo Presidente. Es decir, que proceda no por la emoción personal, ni por la nefanda influencia de la desprestigiada clase política tradicional, como ha ocurrido en los últimos 25 años. Sino por el discernimiento de un adecuado programa de gobierno, con fundamento en una sólida y consistente financiación estatal, que propulse la generación real de riqueza y no tanto el nimio modelo asistencialista de distribución de la pobreza en el que nos hemos anquilosado en los últimos 5 lustros.

Teniendo en cuenta lo anterior, es muy lánguido el avance que ambas candidaturas presidenciales han tenido en la parte programática de cara a la segunda vuelta. Ninguna de las dos campañas se ha detenido a desarrollar lo sustancial; solo se han dedicado a la conquista del voto de centro, con base en discursos y acciones mediáticas, en las que pululan intervenciones llenas de buenas intenciones con corte populista, pero no dejan claridad en la financiación del gasto estatal para el esquema propositivo que enuncian. Pues, siguen fundamentándose en reducciones de tarifas impositivas, condonaciones de créditos, emisiones de deuda pública, incentivos tributarios inútiles y hasta shows mediáticos, que incluyen una vociferante lucha contra la corrupción, sin definición de políticas públicas eficientes para su erradicación.

Por otra parte, observamos que los candidatos aún no muestran solidez en la formulación de propuestas consistentemente cuantificadas de la financiación de sus programas de gobierno. Así mismo, tampoco encontramos fortaleza ideológica en el origen de las propuestas programáticas. A pocos días de la jornada electoral, los candidatos solo se han estado aproximando en sus disertaciones a la proposición de modificaciones y ajustes, con miras a conquistar el voto del centro. Pese a que en su tránsito han renovado posiciones, no necesariamente quedaron registradas en los denominados programas de gobierno.

De la misma manera pensamos que, ni los candidatos, ni la nación como un todo, han tenido claridad del modelo económico sobre el cual trasegará la próxima administración gubernamental. Puesto que, ninguna de las dos campañas ha registrado oficialmente si continúan, o no, con la aplicación del modelo de Tercera Vía del Plan de Desarrollo del Presidente Santos. De igual manera, pienso que las 2 campañas por estar más ocupadas de lo mediático, han omitido otro tema coyuntural de gran importancia para el país: la vinculación de Colombia como miembro del club de países con mejores prácticas de gobierno OCDE.

De lo anterior se colige que, el futuro administrador del Estado Colombiano, tendrá que concentrar todos sus esfuerzos en el desarrollo y objetiva aplicación de un modelo económico, constitucional y legal que esté acorde con el que se aplica en el club de países, de los cuales Colombia ahora es socio en materia global. Es decir, que se espera que no sea mayor el esfuerzo en materia constitucional y legal, que el país tenga que hacer. Pues, desde 1991, los colombianos tenemos una Carta Constitucional consistente con la de los países de la OCDE. Pues, estamos constituidos como un Estado Social de Derecho, en el cual todo esquema de pensamiento económico liberal se puede adaptar; incluyendo, por supuesto, a aquellos países que desde hace más de medio siglo transitan por el conocido modelo de la Tercera Vía. De la misma manera, es preciso citar que los países de la Tercera Vía convergen con la aplicación del neo-intervencionismo, la social democracia y los principios y valores propios de los países prósperos, que presentan mejores prácticas de gobierno y que se encuentran clasificados como los de más alto ingreso per cápita y mayores índices de calidad de vida del mundo.

Finalmente, señores candidatos presidenciales: la Nación espera que en los próximos 4 años se transite por caminos de resiliencia, donde imperen los principios y valores, y el compromiso indeclinable con la satisfacción de las necesidades colectivas. Igualmente, los colombianos esperamos la desaparición del equivocado egoísmo irracional y de los principios inversos que han gobernado las nefastas prácticas administrativas que han caracterizado la vida institucional colombiana en las últimas 5 décadas. Es pertinente agregar que quien sea el Presidente electo, debe establecer la realización de un programa de gobierno donde exista consistencia financiera e ideológica con nuestra Carta Política. Además es esencial priorizar la satisfacción de las necesidades colectivas, dentro de un ambiente de generación de riqueza, y no del equivocado asistencialismo que, en la práctica, solo está distribuyendo la pobreza. Por ello, hay que recuperar el crecimiento económico sostenible basándonos, entre otros: en la Inversión, la generación de empleo, la expedición de las reformas estructurales en materia tributaria y pensional, la formalización, la productividad, el desarrollo sistemático del sector agropecuario, ligado con el mejoramiento de las condiciones sociales de la ruralidad y de la competitividad internacional, el ecoturismo y la protección de nuestra biodiversidad y sistemas hídricos.

Buen viento y buena mar.

HENRY AMOROCHO MORENO

Twitter: @henry_amorocho

Página web: amorochoydaza.com

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